Durante una semana de abril, Milán volvió a convertirse en un organismo vivo de ideas. Fuorisalone 2025, la parte más espontánea de la Milano Design Week, se apoderó de la ciudad con el tema Mondi Connessi (Mundos Conectados). Presente en los principales distritos creativos de la ciudad, Fuorisalone lanzó una provocación acorde con el espíritu de nuestro tiempo: hiperconectado, híbrido y marcado por las tensiones entre lo físico y lo digital, lo natural y lo artificial, lo individual y lo colectivo.
Mondi Connessi sirvió de hilo conductor conceptual para cientos de instalaciones, experiencias sensoriales y proyectos colaborativos que exploraron cómo el diseño puede ser el nexo de unión entre las distintas capas de la vida contemporánea. Esta conexión estuvo presente tanto en las propuestas presentadas como en la forma en que ocuparon los distintos barrios de la ciudad, creando una malla creativa y llena de vida en Brera, Tortona, Alcova, Isola, Porta Venezia y otros puntos neurálgicos de Milán. «Palacios históricos, patios interiores y antiguos espacios industriales se transformaron en dispositivos sensoriales. Había una necesidad colectiva de crear atmósferas envolventes, entornos que no se limitaran a ilustrar ideas, sino que las hicieran físicas: accesibles mediante el tacto, el olfato, la luz y el silencio», dice Jessica Hori, directora de marketing y producto de Impress Decor.
Muchos proyectos utilizaron la luz como lenguaje: esculturas cinéticas, instalaciones interactivas, túneles rojos y estructuras translúcidas que cambiaban de color según la hora del día. Otros incorporaban elementos naturales —como árboles, raíces y materiales orgánicos— en narrativas visuales que trataban de la pertenencia, la ascendencia y el paso del tiempo. Hubo una insistencia recurrente en crear lugares para la pausa, como si los comisarios y diseñadores hubieran escuchado colectivamente la necesidad contemporánea de ir más despacio. Como contrapunto a la aceleración tecnológica, los entornos invitaban al silencio y la contemplación.
En medio de este gran mosaico de propuestas, también surgieron proyectos que reflexionaban sobre el cuerpo: su presencia, su ausencia, su relación con el entorno construido. Se percibía una preocupación casi filosófica por el habitar, por el uso del diseño como extensión de la vida cotidiana. Más que productos, los proyectos se desarrollaron prestando atención a su impacto en el comportamiento y las emociones. «La estética dio paso al lenguaje simbólico, y la función se resignificó por las experiencias sensoriales que proporcionaba», afirma Luiz Gorgen, diseñador de productos de Impress.
La edición también estuvo marcada por un equilibrio más claro entre tradición e innovación. Las técnicas artesanales se reinterpretaron de forma futurista, mientras que los materiales naturales se mezclaron con impresiones en 3D y sensores interactivos. «La convivencia fue más allá de los estilos y se extendió al tiempo: pasado, presente y futuro convivieron en espacios que combinaban referencias ancestrales con soluciones tecnológicas», explica Jessica Hori.