La 19ª Bienal de Arquitectura de Venecia, que se celebrará del 10 de mayo al 23 de noviembre de 2025, surge como una convocatoria urgente a la reinvención. Con curaduría de Carlo Ratti, arquitecto e ingeniero reconocido por su enfoque interdisciplinario, esta edición lleva el título Intelligens. Natural. Artificial. Collective., un neologismo que reúne, en su raíz latina gens, el sentido de pueblo, de colectivo, y de una inteligencia que trasciende lo digital para abarcar los saberes naturales, artificiales y comunitarios. En sus palabras: “la arquitectura siempre ha sido una respuesta a un entorno hostil”, y si durante décadas la respuesta al colapso ambiental fue la mitigación, hoy eso ya no basta. “La arquitectura debe reconectarse con su larga historia de adaptación y repensar cómo proyectamos para un mundo alterado”.
Esta visión se materializa en una muestra que reúne a más de 750 participantes de diferentes orígenes y disciplinas —arquitectos, científicos, artesanos, filósofos, programadores, agricultores y diseñadores— en un esfuerzo colectivo de imaginación adaptativa. El recorrido curatorial se construye como un laboratorio vivo, donde cada instalación, experimento o propuesta busca responder a la pregunta central: ¿cómo vivir, proyectar y construir en un planeta en transformación? La exposición se organiza en torno a tres grandes ejes —inteligencia natural, artificial y colectiva— y se expande más allá de los espacios tradicionales, ocupando barrios y paisajes de Venecia, transformando la ciudad en un verdadero campo de ensayo para nuevos modos de existencia. Con el Pabellón Central en reforma, el propio tejido urbano se convierte en escenario y materia de la exposición.
Arsenale Corderie
Uno de los ejes centrales de la curaduría fue abrir el proceso a la colaboración, mediante la iniciativa Space for Ideas, una convocatoria abierta que conectó a profesionales de todo el mundo con el equipo curatorial. Esto permitió, según Ratti, alcanzar voces y propuestas que no emergerían en un proceso convencional. “Desafiamos la tradición del arquitecto como autor único”, explica. “Inspirados por el modelo de la investigación científica, reconocemos como coautores a todos los que contribuyen significativamente a la concepción, ejecución y análisis de cada proyecto.” La inteligencia, en esta lectura, no es un privilegio individual, sino una construcción plural y sensible al contexto.
En ese espíritu, los pabellones nacionales son invitados a proponer soluciones enraizadas en sus propios territorios, pero que dialoguen con desafíos globales. Brasil responde a este llamado con el proyecto (RE)INVENCIÓN, bajo la curaduría del colectivo Plano Coletivo, formado por Luciana Saboia, Éder Alencar y Matheus Seco. La propuesta parte del reconocimiento de que existen arquitecturas potentes fuera de la mirada disciplinar, en prácticas populares y periféricas que abordan la escasez, el territorio y el tiempo de manera inventiva. El pabellón se organiza en dos actos complementarios: el primero rescata infraestructuras ancestrales de la Amazonía, mostrando cómo técnicas indígenas moldearon el paisaje durante milenios, combinando conocimiento técnico y gestión ambiental en armonía con el ecosistema; el segundo se enfoca en el presente urbano, explorando prácticas de reutilización, apropiación y adaptación en ciudades brasileñas, proponiendo una lectura generosa de aquello que es heredado, reinventado y recreado en el día a día. La instalación central, llamada Plataforma-Jardín, expresa esta lógica al sustituir un jardín irrigado por una composición de especies nativas del Cerrado, que florecen y se secan en ritmo con el ciclo del bioma.

Otros pabellones también se destacan por sus enfoques singulares. Ucrania, marcada por la devastación de la guerra, presenta la arquitectura como herramienta de reconstrucción y resistencia, conectando ruinas y futuro en un gesto de afirmación y continuidad. Japón investiga la fusión entre tradición y tecnología, explorando cómo la inteligencia artificial puede colaborar con técnicas constructivas ancestrales en una propuesta que entrelaza bambú y algoritmos, ceremonia e innovación. Por su parte, Togo, en su debut en la Bienal, comparte una arquitectura profundamente arraigada en saberes comunitarios, con construcciones que responden a climas extremos y transformaciones sociales, señalando caminos hacia un urbanismo más humano.
Además de los pabellones, la Bienal también rinde homenaje a dos figuras que han ampliado el pensamiento sobre el espacio y la vida. La filósofa Donna Haraway recibe el León de Oro por su trayectoria intelectual, reconocida por haber propuesto, décadas antes de la actual emergencia climática, una ecología de saberes híbridos, en la que humanos, máquinas y naturaleza forman redes indisolubles. El arquitecto y diseñador italiano Italo Rota, fallecido en 2024, es homenajeado con el León de Oro póstumo por una obra que atravesó lenguajes, escalas y conceptos, siempre con una dimensión poética y provocadora.
La Bienal de Arquitectura de Venecia 2025 no es solo una exposición —es, como define Carlo Ratti, “una reacción en cadena”. Al reunir múltiples voces, formas de pensar y hacer, ofrece una experiencia que trasciende los límites disciplinares y propone una invitación urgente a reinventar la arquitectura como una práctica colectiva, adaptativa y sensible al tiempo que nos ha tocado vivir.
